Olga Gallego Custodio - 1º A
Robin
Hood estaba paseando un día por el campo practicando el tiro
con arco.
Al tirar la cuarta flecha le vino la extraña sensación
de que alguien le seguía y le estaba espiando pero como no vio
a nadie, siguió lanzando flechas a las dianas. De repente, se
movió un matorral que estaba a su lado, se armó de valor y
miró lo que había detrás. Eran tres forajidos enmascarados
que saltaron a él y lo ataron a un árbol con una cuerda y
dijeron:
-Por
fin te cogimos. Tienes que entrar en el castillo y robar todo, no
puede quedar ni una sola migaja de pan.
-¿Y
qué te hace pensar que lo haré? Dijo Robin resistiéndose
-Te
quitaremos lo que más quieres: tu vida y después arrasaremos
el pueblo entero pero tú no podrás hacer nada para impedirlo
porque estarás muerto
Los tres forajidos se fueron con una risa malvada en sus caras. Robin se
pregunto:
-¿Y
ahora qué hago? Puedo hacer lo que me han dicho pero correría
el riego de que me mataran. Pero también me puedo marchar a
otro país y entonces aprovecharían que no estoy y
arrasarían el pueblo entero.
Después
de pensarlo muchas horas, decidió intentar robar todo lo del
castillo. Pero lo que Robin Hood no sabia, era que el rey contrató a
los tres forajidos para que lo mataran. Su plan era esperarlo en el
castillo hasta que llegase y cuando llegase lo acusaría de
robar en el castillo. Al día siguiente, Robin cayó en la trampa
y el rey lo acuso de robar en el castillo. Pero antes de que los tres
forajidos llegaran para matarle delante de todo el pueblo se echó a correr
hacia el bosque más cercano y se tuvo que refugiar allí para
que no le matasen. Hasta hoy no se sabe nada de él pero los
ciudadanos esperan ansiosos a que vuelva porque saben que el no podía
haber cometido ese delito tan gordo a no ser que le amenazaran.